LAS BUENAS NOTICIAS EN SALUD DEL CLUB DE #SANOSYSABIOS#: La Neurociencia y el «Pomodoro» nos enseña la mejor forma de aprender.
Buenos días mis queridos pacientes y asociados de todo tipo y condición. Bienvenidos al club de #SanosySabios#, donde nos cuidamos y aprendemos a cuidarnos.
En el día de hoy me he dado cuenta, al terminar la búsqueda de nuevos artículos, nuevos datos, nuevas fuentes de información y cualquier cosa nueva en suma, que casi todo lo que he seleccionado y me ha llamado la atención, habla directa o indirectamente de las capacidades de nuestro cerebro.
De alguna forma esto lo podríamos englobar en el apasionante mundo de la «Neurociencia». Sin ir más lejos, si hacéis una búsqueda en el Google Scholar (Académico para los hispanohablantes), encontraréis más de 100.000 publicaciones que hablan sobre algún tema relacionado con la Neurociencia.
¿A qué se debe este desbordante interés sobre asuntos relacionado con nuestro cerebro?
Podríamos decir que al mejorar nuestra capacidad cognitiva y de esfuerzo intelectual, vamos rompiendo nuevas barreras y nos planteamos nuevas metas que alcanzar. Pero creo que hay un punto que es el máximo responsable de este auge sin precedentes. La irrupción de las nuevas tecnologías como algo habitual en la vida de los comunes mortales esta empujando con una fuerza tremenda la investigación en cualquier ámbito de la neurociencia.
Queremos aprender como aprende nuestro cerebro para poder desarrollar todo el potencial que viene aparejada con ese nuevo universo de la Inteligencia Artificial (IA), la Machine learning y otras tecnologías que irán apareciendo en breve.
Y cuando intentamos emular a nuestro cerebro, nos encontramos con aspectos tan importantes como uno de los mayores retos para la productividad humana en todo el mundo conocido como: la procrastinación.
Las investigaciones neuronales sobre procrastinación suelen centrarse en las diferencias entre procrastinadores crónicos y otros tipos de personas más productivas que tienden a acabar el trabajo sin posponerlo.
No resulta sorprendente comprobar que existen diferencias en la forma en la que el cerebro de los procrastinadores está estructurado: las regiones neuronales relativas al autocontrol y a la regulación emocional no parecen funcionar de forma normal.
Por supuesto, el reto de cambiar el funcionamiento de estas regiones (algo que sabemos que es posible) está en el hecho de que se necesita cierto grado de autocontrol para empezar con estos cambios. Es un problema del tipo “lograr salir adelante con tu propio esfuerzo”.
Pero es que sabemos que la procrastinación nos hace sentir mejor de forma temporal, incluso aunque no sea beneficiosa para nosotros a largo plazo. Y ahí viene el problema. Buscamos la recompensa a corto plazo y olvidamos la recompensa del esfuerzo a medio y largo plazo.
Y porqué hacemos esto. Pues la neurociencia lo explica muy bien. Resulta que cuando nos ponemos a pensar en hacer algo que de entrada no nos agrada, activamos una zona del córtex insular que produce dolor. Por tanto, automáticamente rehuimos esa labor, porque nos produce dolor.
Y como podemos hacer para evitar el dolor y por ende, evitar la procrastinación.
Pues la solución nos la ha dado otro hallazgo reciente de la neurociencia. Los neurocientíficos han descubierto algo así como un conjunto de conexiones subterráneas en el cerebro llamado “red neuronal por defecto”. Esta red se activa cuando la mente divaga, y también cuando se está atascado intentando resolver un problema. Fue descubierta cuando unos investigadores se dieron cuenta de que los sujetos que se encontraban descansando entre actividades no estaban simplemente apagando su cerebro.
A lo largo del día, se alterna entre estados de concentración y estados de divagación –se estima que entre un 30 por ciento y un 50 por ciento de las horas en las que estamos despiertos las pasamos con pensamientos que no tienen relación con la tarea que estamos realizando–
Resulta que cuando nos encontramos sobrecargados por intentar averiguar algo que se nos atraviesa, lo peor que podemos hacer es seguir concentrándonos en ello. Mientras estemos concentrados en el problema, estaremos bloqueando la red neuronal que necesitamos para buscar y descubrir la solución al problema y encima estaremos activando el cortex insular provocando más dolor y procastinación.
Para darle una solución a este problema la neurociencia ha descrito un método conocido como la técnica Pomodoro. Enseñar esta técnica como forma de escabullirse de sentimientos previos de dolor en el cerebro, es una forma muy efectiva de motivar a los estudiantes para que se hagan cargo de su tendencia a la procrastinación.
La neurociencia, en otras palabras, nos da permiso para darnos un descanso cuando nos encontramos verdaderamente atascados, y es el descanso el que nos ayuda a obtener la solución.
Ponga un Pomodoro en su vida y deje de proscastinar, convirtiéndose en una persona más productiva y menos procastinadora y además dejará de sufrir un poquito.
PD: La técnica del Pomodoro se puede encontrar en multitud de enlaces buscando en San Google. Os animo a ponerlo en práctica.
Y ahora las buenas noticias al montón. Hoy he decidido unificar definitivamente esta sección para ir recuperando la normalidad y hablaré de cualquier buena noticia sea de lo que sea. Incluso a veces (como hoy), veréis que no hay ninguna de coronavirus. Ya esta de bien que nos monopolice esta sección. Aunque las noticias que lo merezcan, seguirán apareciendo por aquí.
UNIVERSO DE LAS BUENAS NOTICIAS:
Nuestros movimientos predicen cuándo enfermaremos
El movimiento de cada individuo es una huella personal reconocible y cuantificable, un marcador que nos identifica, como pueden ser el iris o la huella dactilar. Además, el movimiento nos da información de nosotros mismos cuando estamos sanos y de cómo evolucionamos ante una dolencia.
Lo ideal sería que, al igual que nos hacen un análisis de sangre cada cierto tiempo, nos hicieran un test de movimiento en distintas etapas de nuestra vida. De este modo, no solo lograríamos conocer nuestro patrón de marcha (y saber si en algún momento está alterado), sino que, además, lograríamos tener gran cantidad de datos para ver patrones anormales y asociarlos a ciertas patologías.
Para esto se ha creado Movalsys, un sensor de movimiento que es una herramienta portátil, cómoda de utilizar, que aportara resultados de manera inmediata y fácilmente interpretables. Fruto de la colaboración entre dos grupos de investigación, de ámbitos de la salud y las matemáticas de la UPNA, se ha desarrollado un sistema innovador en el que, con tan solo un sensor inercial colocado en la base de la espalda –donde aproximadamente se encuentra nuestro centro de masas– somos capaces de registrar el movimiento de todo el cuerpo.
El oro puede salvarnos de la resistencia a los antibióticos y lo que sobre para unos pendientes.
El oro puede convertirse en una partícula con potencial de acabar con muchas superbacterias resistentes a antibióticos, gracias a una investigación de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur y la Universidad de Fudan en China, y la Universidad de Leeds.
Estos científicos han descubierto la manera de alentar a los gérmenes a recoger la mayor cantidad de oro posible, al tiempo que se aseguran de que nuestras propias células no hagan lo mismo.
Con ello consiguen romper la membrana celular y aumentar la permeabilidad de la célula bacteriana a los tratamientos con antibióticos que no funcionan o menguan su eficacia contra las bacterias resistentes.
Este grupo de investigadores ha logrado «empaquetar» de una forma eficaz las nanopartículas de oro para hacerlas más atractivos para las bacterias y menos dañinas para el organismo. Su logro aparece publicado en Chemical Science.
Un implante cerebral permite mecanografiar 90 letras por minuto: El más rápido del mundo.
Los implantes cerebrales siguen sumando nuevos hitos: un chip neuronal permite a un hombre con parálisis en las manos mecanografiar hasta 90 letras por minuto tan solo con pensarlas.
Los implantes cerebrales se han posicionado de un tiempo a esta parte como grandes aliados de la medicina neurológica, ya que tienen posibilidades para traducir los pensamientos en palabras, controlar prótesis, manipular dispositivos con la mente, ayudar a recuperar la vista e incluso mejorar la memoria.
Recientemente, científicos de Stanford han desarrollado un implante cerebral que permite a un hombre con las manos paralizadas “mecanografiar” hasta 90 caracteres por minuto, solamente con pensar los vocablos.
La investigación fue publicada la pasada primavera en la revista Nature y presentada el pasado sábado en la teleconferencia científica organizada por Tencent el sábado. Se trata de un importante avance en la interfaz cerebro-computadora: el hombre con parálisis se ha convertido en el mecanógrafo mental más rápido del mundo.
Y hoy mi mente y la procastinación (me duele el córtex) no me dan para más y os dejo con estas pocas noticias, pero muy jugosas.
Hasta la próxima semana mis queridos socios del club de #SanosySabios#. Que la salud y la sabiduría os acompañen.
Doc Juan Carlos Alonso
#SanosySabios#
Círculo de Salud
Comparte en tus Redes Sociales
NUESTRO CONTENIDO
LAS BUENAS NOTICIAS EN SALUD DEL CLUB DE SANOS Y SABIOS