Buenos días mis queridos pacientes y asociados de todo tipo y condición. Bienvenidos al club de #SanosySabios#, donde nos cuidamos y aprendemos a cuidarnos.
Hoy rompemos con la tendencia de los últimos artículos escritos y nos lanzamos a a hablar de la Melatonina, una de las hormonas más importantes de nuestro organismo por sus múltiples funciones a diferentes niveles. Pero por otro lado, sorprendentemente, sigue siendo la gran desconocida para el público en general y también para la mayoría de los profesionales sanitarios.
Si una persona cualquiera fuera a su médico de atención primaria o cualquier otro especialista y le preguntara, si puede tomar melatonina. La respuesta sería aproximadamente la siguiente: «Puede tomarla, pero eso solo sirve para que duerma mejor». Y con estas solemnes palabras, dará por zanjada la cuestión y se quedaría más ancho que largo.
Pues bien, aquí esta el problema en conseguir que la melatonina pase de ser considerada, como una hormona que sólo sirve para dormir mejor, a una hormona capaz de influir positivamente en múltiples funciones fisiológicas con enormes beneficios en diferentes aspectos de nuestro salud.
Como os quedaríais, si os dijese que este pedazo de hormona consigue mejorar la respuesta a la quimioterapia y reducir los efectos secundarios que provoca la misma. Y además que hay varios estudios en humanos que ya lo han demostrado.
Pues con la misma cara de «gilipollas» que me quedé yo, cuando lo leí por primera vez y pensé en la cantidad de personas que podrían beneficiarse de esta hormona sin ningún efecto secundario, con eficacia demostrada y además no es un fármaco caro. Es decir, cumple las tras máximas de Buena, Bonita y Barata.
Entonces, porque no se utiliza de forma generalizada y todos los profesionales que la pueden prescribir, no la están recetando a «cascoporro». Pues por los mismos motivos de las tres Bs. Es demasiado buena, demasiada bonita y sobre todo, demasiado barata para que la industria la aúpe al olimpo de los fármacos multi-recetados.
En pocas palabras, al no poderse patentar porque ya existe en la naturaleza, no deja suficientes beneficios económicos para que les resulte rentable a los grandes monstruos farmacéuticos. Y como la mayoría de los profesionales sólo consultan en las fuentes del conocimiento de estos laboratorios, no la conocen lo suficiente y por tanto, la ningunean por absoluta ignorancia.
Y dicho esto (que a gusto me he quedado), os cuento porque la melatonina debería ser un complemento en muchos tratamientos y sobre todo a partir de los 40 años que es, cuando el organismo fabrica menos y comenzamos con todos los procesos de envejecimiento que aumentan la probabilidad de todas las enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes, cardiovasculares, tumorales y un largo etcétera.
Pero, ¿Cómo puede la melatonina mostrarse efectiva frente a patologías tan diversas? La respuesta se encuentra en su pleiotropía, es decir, en su capacidad para regular múltiples procesos bioquímicos y, por ende, de intermediar en numerosos cuadros fisiopatológicos.
A modo de telegrama os voy a poner los efectos de esta hormona maravillosa que ya han sido demostrados, aunque más estudios en marcha en otros campos. Agarraos que os vais a quedar flipados:
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Regula el ciclo del sueño y mejora la calidad del mismo, reduciendo los niveles de cortisol para un mejor control de la respuesta patológica al estrés.
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Posee una poderosa acción antioxidante, que se remonta a la aparición de la hormona en los albores de la evolución, 2.4 eones atrás, cuando el oxígeno de origen biológico (fotosintético) comenzó la conquista del planeta.
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Es asimismo capaz de reducir al mínimo el crecimiento de las células tumorales (función oncostática)
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Coadministrada con agentes quimioterápicos, el paciente no solo se beneficiaría del efecto antitumoral de la melatonina, sino que a la dosis adecuada esta molécula es capaz de reducir los efectos indeseados de dichos agentes.
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Activa las respuestas antiinflamatoria y antihipertensiva, entre otras muchas capacidades.
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Modula importantes eventos que forman parte de la cascada fisiopatológica relacionada con la aparción de los ictus, y por tanto reduce el proceso de isquemia cerebral y evita los ictus.
También podría jugar un papel en el tratamiento del COVID, pues su uso como tratamiento adyuvante frente a los síntomas generados por este coronavirus ha sido recientemente reportado como positivo.
Lamentablemente, en nuestro país solo se dispensa en farmacias a una dosis máxima de 2 mg. Esta cantidad está indicada para regular el ciclo de sueño/vigilia, pero resulta insuficiente para que se manifiesten los efectos antioxidantes, antitumorales y antiinflamatorios que hacen de ella un poderoso aliado frente a algunos de los diagnósticos que mayor preocupación médica despiertan en nuestro tiempo.
Finalmente hay que resaltar que la melatonina es una sustancia barata y con un perfil de tolerabilidad muy favorable, incluso a dosis elevadas. Pero, tratándose de un producto natural, no patentable, carece de interés comercial para la gran industria farmacéutica, por lo que existe la urgente necesidad de divulgar entre nuestros profesionales sanitarios las “otras acciones de la melatonina”.
Con esta información yo os animo a que vayáis a vuestro médico y le preguntéis sobre la melatonina y que sin pisar demasiado el callo del mal entendido orgullo de muchos médicos, le digáis que no sólo sirve para dormir y que os la recete, si formáis parte de los maduritos mayores de 40 años y además tenéis alguna de las enfermedades que hemos comentado anteriormente.
Aunque, de momento, esto no es más que el Sueño de una noche de verano. Pero no desfallezcamos, porque como decía otro bardo de nuestro barrio, la vida es sueño y los sueños, sueños son. ¡Despierta!
