LAS BUENAS NOTICIAS DEL CLUB DE #SANOSYSABIOS#: Episodio 5: ¿Qué hace que tu microbiota sea así y no asá?

Buenos días mis queridos pacientes y asociados de todo tipo y condición. Bienvenidos al club de #SanosySabios#, donde nos cuidamos y aprendemos a cuidarnos.

 

Después del episodio de la semana pasada en que quedó claro el impacto real de la composición de nuestra microbiota sobre algo tan básico como la forma en que respondemos a los alimentos que ingerimos a diario.

He pensado (si a veces pienso…) que sería muy interesante que todos conociéramos cuales son los factores más influyentes que provocan cambios significativos en nuestra microbiota y nos exponen en mayor o menor medida a conservar la salud o a perderla poco a poco.

 

 

¿Cuáles son los factores que pueden cambiar la composición de tu microbiota?

 

– Evolución de los hábitos alimentarios:

 

Si analizamos la evolución de nuestra especie y como hemos comido a lo largo de nuestro devenir en este planeta, nos daremos cuenta que la dieta actual se parece muy poco a la dieta ancestral a la que nuestros bichitos se habían adaptado divinamente y a la que respondían de forma positiva.

 

La relación simbiótica entre la microbiota intestinal y nosotros se ha construido durante cientos de miles de años.

 

– Durante 100.000 generaciones de homo sapiens hemos comido más de 100 grs de fibra diarios repartidos entre frutas silvestres, raíces, tubérculos, insectos, pescados y carne ocasionalmente.

 

– Luego pasamos unas 500 generaciones más que nos hicimos agricultores y ganadores al dejar el nomadismo y ya empezamos a reducir discretamente la cantidad de fibra.

 

– Más tarde llego la industrialización en la elaboración de los alimentos durante 10 generaciones con un cambio significativo en la cantidad de fibra y en la diversidad de alimentos frescos.

 

– Y por último, en las 2-3 generaciones últimas (ahí estamos todos nosotros) entramos de lleno en la alimentación rápida y en el ultra-procesamiento de la mayoría de los alimentos, provocando un cambio tan drástico en los últimos 100 años con un aporte de fibra ridículo (menos de 30 gramos al día), muy pocos alimentos frescos y de proximidad y muy pocos alimentos fermentados para aportar bichitos.

 

 

– Consumo de fibra:

 

Quienes consumen más fibra tienen una microbiota con mayor diversidad. Por eso las sociedades que todavía conservan un estilo de vida más ancestral, no tienen prácticamente problemas de este tipo y conservan una buena composición de sus bichitos.

 

– Uso inadecuado de antibióticos:

 

Nadie puede negar el impacto que tuvo el descubrimiento de los antibióticos para salvar muchas vidas en el siglo XX. Pero el uso indiscriminado ha llevado a que nos cargáramos la microbiota de muchos de nosotros y lo que es peor de nuestros niños, provocando cambios en la microbiota irreparables.

 

Esta tendencia ha llevado a que disminuyan muchas enfermedades de origen infeccioso, pero ha conseguido que aumentarán un espectro de enfermedades como las autoinmunes, alergias, cáncer, neurodegenerativas y otras muchas, de forma concomitante.

 

 

– Exposición a otros medicamentos:

 

Otros que también perjudican a nuestros bichitos como el paracetamol, omeprazol y familia, antinflamatorios como el ibuprofeno, anticonceptivos o antidiabéticos como la metformina entre otros.

 

– Actividad Física:

 

Nuestro cuerpo esta diseñado para moverse a diario y estamos creando una sociedad cada vez más sedentaria. Este aspecto también se ha visto que altera la composición de la microbiota.

 

Tanto si no hacemos ejercicio como si practicamos ejercicios claramente extenuantes como los ultra-maratonianos o triatletas o demás barbaridades por el estilo que ahora se han puesto de moda. Es el ejercicio moderado el que ha demostrado mayores beneficios en este punto.

 

 

– Cambios a corto plazo en las dietas:

 

Se ha demostrado que si viajas a sitios diferentes con otro tipo de dietas, tu microbiota cambia también y si vuelves a tu lugar de origen vuelve a cambiar. Esto depende como lo hagas, puede ser beneficioso o perjudicial a largo plazo.

 

Un ejemplo clásico de este cambio fue la sugerencia de las autoridades estadounidenses, entre 1971 y 2006, de limitar el consumo de grasas y aumentar el de carbohidratos para «bajar» el colesterol. Los resultados fueron que se pasó de una prevalencia del 11,9% de obesos hasta un 33,4% en hombres y en mujeres de un 16,6% al 36,5%. Esto se debió al aumento neto de calorías que hubo con este cambio.

 

 

Con estos datos ya tenéis faena para saber que podéis cambiar en vuestros hábitos alimentarios para mejorar la salud de vuestra microbiota y como consecuencia de vuestra salud en general.

 

Y como os digo siempre, buscad a un especialista de la salud (como un servidor) para que os oriente y os recomiende lo que sea mejor para cada uno de vosotros. Porque ya sabéis que todos tenemos nuestras cositas y necesitamos una atención individualizada y personalizada.

 

 

 

Que la salud y la sabiduría os acompañen. Hasta la próxima.

 

 

Doc Juan Carlos Alonso
#SanosySabios#
Círculo de Salud

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