Seguro que todos habéis leído u oído la frase de que el 80% del sistema inmune esta en el tubo digestivo. Cuando vemos una foto de la estructura del tubo digestivo, nos damos cuenta de lo lista que es Mama Naturaleza. Justo detrás de la barrera intestinal (de la cual ya hemos hablado) vemos a un conjunto de células inmunitarias distribuidas a lo largo de esa barrera. Estas células son en su mayoría linfocitos T, que son los generales del sistema inmune, y son las encargadas de organizar la defensa del organismo. ¿Y porqué están aquí mismo? Porque a través de la boca entran la mayoría de las sustancias de todo tipo que proceden del exterior y estas células deciden si atacar o tolerar su paso al interior en función de sus potenciales beneficios o perjuicios. Si la barrera intestinal mantiene su integridad, este proceso se da de forma natural y todo fluye satisfactoriamente. Pero en el momento que se pierde esta integridad y se desarrolla un intestino permeable que deja pasar sustancias no autorizadas, el sistema inmune entra en acción y genera una respuesta inflamatoria para evitar el paso de elementos potencialmente perjudiciales.
Si esta respuesta se mantiene en el tiempo, se produce una inflamación crónica de bajo grado que tiene una serie de consecuencias nefastas para la salud como predisposición a desarrollar enfermedades autoinmunes, endocrinas, neurodegenerativas o cánceres incluso por mala función de la policía del organismo. Si conseguimos modular esa anómala respuesta inmune y volver a la normalidad, evitaremos muchas de las consecuencias descritas.