Solo un 2% de las personas que siguen una dieta, consiguen el objetivo previsto. Esta afirmación tan contundente está en línea con los últimos y recientes descubrimientos en la ciencia de la nutrición y alimentación. Se está demostrando que no son los alimentos los que engordan o te mal nutren, sino que depende cada uno y de sus circunstancias fisiológicas. Porque hay personas que comen lo que quieren y nunca engordan. Porque hay personas que engordan sólo con mirar la comida. Si en vez de mirar afuera, miráramos dentro de nosotros mismos, observaríamos como nuestro metabolismo responde de forma individualizada
Y de que depende la respuesta de cada uno. Pues de factores tan diversos como el estado de nuestra microbiota, la presencia de inflamación crónica, realización de actividad física diaria, estado hormonal, ritmo metabólico, horas de sueño y calidad del mismo y algún otro que se debe tener en cuenta para diseñar el plan de alimentación ajustada a las necesidades individuales de cada uno. Y si a todo esto sumamos nuestros genes de cavernícola que responden mejor en general a la carencia que al exceso, a la carne y pescado que a los cereales refinados, a la fruta y verdura que a los lácteos y huevos y a menor número de comidas al día que 5 veces o más. Al final reuniremos las piezas de un rompecabezas para armar en función de las circunstancias personales de cada uno y que nos permita encajar un diseño único para alimentar a un ser único.